Poesía de los sueños
HISTORIA DE MI NIÑEZ
y como no, había que comer de todo... Los kilos se iban acumulando.
Los jamones se subían a las cámaras y se enterraban en sal unos seis meses para curarlos. Se hacían chorizos, morcillas, el lomo en adobo, todo se aprovechaba, ya sabes del cerdo… hasta los andares. El invierno era largo y frío, con abundantes lluvias, mi madre no me dejaba salir, y desde la ventana miraba al cielo y veía como las nubes viajaban de un lado a otro, y cuando alguna desaparecía otra asomaba con más fuerza, más blanca, con cara y forma humana; esas nubes de algodón me hacían viajar a un mundo lleno de magia, imaginación, sueños. Al despedirse las nubes, se invitaba un sol espléndido, lleno de fuerza... Un soplo de aire fresco alegraba mi cara… ¡Mamá ya puedo salir a jugar, ha salido el sol!
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