Poesía de los sueños
LA ILUSIÓN
es amplia y se necesitan linternas para acceder a sus diversas salas.
su casa. Antes vivía en el pueblo como párroco de la localidad.
Debido a la oscuridad, me asusté bastante y no quería pasar hacia dentro. Entre dudas y convicciones, vimos acercarse una silueta humana desde la profundidad. Ante nuestros ojos, un hombre con bata negra, alto y pálido que exclamó: ¡No temáis, conozco esta cueva... Quiero contaros un relato!; a pesar de nuestro recelo, comenzó desvelando su condición de sacerdote; después de un tiempo hablando, fuimos adquiriendo confianza y accedimos a su invitación para enseñarnos una sala especial. Cogidos de la mano y de la suya, nos dijo que no hacía falta la luz de las linternas por su conocimiento del sitio. En nuestra andadura, parecía que íbamos flotando… Nuestros pies no tropezaban con las muchas piedras del lugar. De repente, entramos en una sala con luz propia, tan grande como la Iglesia del pueblo, cuyo recinto estaba lleno de víveres y juguetes.
Un día heredó una gran fortuna, siendo su deseo donarla a la Santa Sede.
Había una familia muy pobre en Cambil y uno de sus miembros enfermó, necesitando una operación costosa, cuyos gastos no los cubría la Seguridad Social. Cuando pidieron ayuda al cura; este respondió: "No puedo colaborar, mis bienes los he comprometido con la Iglesia". El pobre enfermo murió a los pocos días y el sacerdote, en su remordimiento, comenzó a vagar por los montes de Mágina. Aquel personaje no era de este mundo, sino el espíritu errante de un ser que rehusó la misericordia humana. Nos reveló que cuando caminaba por la sierra cayó por una sima, donde nunca llegó al final o la Gloria. Quedó en la cueva de los Murciélagos, sufriendo el castigo de la Divinidad... Socorrer a los pobres mientras estos existieran en la Tierra.
Nos dijo que la cueva llegaba hasta Cambil (pueblo a unos 30 km. de Mancha Real). Esta era
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