Poesía de los sueños
REINA O SIRENA
celestial, cuyo gozo superaba un efímero derrame de semen. Aquello... El Paraíso. Así lo imaginaba mi pobre concepción sobre la continuidad de la vida en la Tierra. Como iba a imaginar que una sirena desvanecida en la playa de una isla alejada del mundo civilizado, fuera superior a la raza humana. La encontré agonizando, como un pez fuera de su hábitat. Las escamas de su medio cuerpo hacia abajo, estaban secas. Comencé a darle agua de mi mochila y algunos alimentos que guardaba; al poco tiempo la vi reaccionar positivamente. Bajo sus escamas se escondían unas piernas angelicales, jamás vistas por mis ojos. Dejó de ser sirena, para ser la mujer más bella del mundo... Me miró tiernamente... Sentí una atracción que no podía contener. Mis labios se fundieron con los suyos sin mediar palabra, y cada vez que hacía el amor obtenía mayores placeres. Un día salió la voz de su boca para cantar en concierto divino… Los violines: gorriones malteses; los tambores: olas chocando contras las
Antonio Pérez
Mancha Real Soñar despierto es algo que me propongo con frecuencia, sobre todo cuando estoy solo y nadie me habla; entonces doy rienda suelta a mis pensamientos e imagino acontecimientos muy alejados de la realidad, pero llenos de optimismo y emociones. Nunca me cansé de escuchar aquella dulce melodía, de mi musa, reina del escenario y ver bajar y subir el telón entre calurosos aplausos, de un público entusiasmado por haber sido feliz con la voz de la mejor cantante sobre la Tierra. Era para mí un sueño, tener entre mis brazos la cintura de aquella mujer de pelo negro, ojos oscuros, labios rojos… Más que una mujer, era una diosa que me hacía sentir las mejores sensaciones, cuando me hundía en su cuerpo pletórico de fantasías sexuales, tras cerrar el camerino del concierto. Nunca sentí un placer tan
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