Últimos poemas

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MENDIGO

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MENDIGO

De calle y manta el mendigo acostumbra, por ende de aprecio que aleve pena, tanto y tanto ver pasar cesta llena, y muy poco arraigar bondad que alumbra; que no hay ardor si el mañana vislumbra, siempre miseria en calle que se estrena, donde el Cielo que ampara es la condena, si el Creador se esconde en la penumbra; o acaso es de amor con arca repleta, que alía sus dones a más avaricia, de quien a Dios besa y su mano aprieta, y escapa suspiro, aunque no su hacienda, cual no lleva alivio, ni tal caricia, a ese mirar vacío que el bien pretenda.

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FLOR

Flor que despierta sentido, suave arco iris de colores, credo…ánimo de pintores, sensual en jardín vestido, de aparejo ya curtido, a la pulcra floritura, de natural a escultura, cuál hermosa entre balcones, excita los corazones, para amar con más frescura.

Flor, reina silvestre de los valles adolece marchitar en tiempo breve, nadie la huele al pasear las calles, solo bebe cuando llueve, ni a féminas realza con detalles. Sola allí, con el viento que la mueve. Flor que llena al volver la primavera, almas de pasión con tiernos amores, esos tan lozanos de años primores, cuando el beso alienta por vez primera. ¡Flor, no te escondas, mi ansiedad te espera!, esa es mi fe en campos de segadores, ahora de hastío, agua sin sus favores, el grano flaqueará y el trillo en la era. Flor, rojo intenso en llanos de amapola, cubriendo la soledad de esperanza, cuando la tierra es fría, yerma…tan sola.

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FLOR

Flor, alma de poetas...de guitarra, nostalgia... tristeza sin esperanza... Hasta allí su fiel grandeza se agarra.

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EL SOL

Estas presto en la mañana para a todos alumbrar para en nuestra piel sembrar el calor que de ti emana. Mañana que se desgrana en paseos y en mercado con nosotros estas al lado privándonos de la brisa bello sol, no tienes prisa. En poder te has colocado. Tu poder despluma cielos, de algodón nubes celestes, de mis sueños allí huestes, que se cubren con sus velos, para cortejar sus vuelos, y eternizar mi quimera, en esta suave hoguera, más preciada que la sombra, sobre verde hierba de alfombra, mirando la primavera. Cuando a tu cenit te llegas sin poderosa porfía las sombras quitas al día y un lago de luces riegas que con resplandores ciegas. Cuando vas de retirada vuelves tus rayos cañadas que se meten por los bosques y cuando a hojas das toques

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EL SOL

verde y sol en filigranas,

entrando por mi ventana, sin desgarrar los cristales, y te miras en corales, de mi fuente que engalana, el patio de mi sultana, que, sin tu ardor, palidece, porque siempre dejas huella; tú, nuestra devota estrella, que tan dorada te escondes, y al nuevo ciclo respondes, con tu llegada más bella. Ya es el tiempo de dormir la noche te da la hora y cuando el cansancio aflora te lo puedes permitir porque Sol, vas a salir en tu salida triunfante y los colores galantes que en el crepúsculo dejas a la noche la despejas con tus colores vibrantes; haces de luz de mañana, que arrullan en mi delirio, como jilguero en el lirio… más si el Sol a lluvia gana,

arco iris sale en jarana; rayos…luces naturales,

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EL SOL

divinos entre mortales, de este rey cuando merece, que a su bondad alguien rece, y nos libre de los males.

Poema de Eduardo Bobrén y Antonio Pérez.

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LOS MOLINEROS DE BEAS

Vi de perfil en la sombra, entrecejo molinero, típico, serio, severo; lejos de malasombra, una gran virtud le honra, y el viento purifica, cuando su alma predica, la última de una historia, toda paz, toda gloria, como su nombre indica.

Una historia y ocho hermanos, de Francisco y Manuela, hijos,

del río Beas molineros, aunque no queda cortijo,

si el tiempo borra las huellas… Queda el Diablo en puentecillo, donde se tiran los mozos, cuando pierden los estribos.

Valientes como guerreros, alejando las carpantas,

y el quinto curó mal de ojo, y en noches de luna blanca, brillaron con sus amores, desnudos del río en las charcas, entre el canto de los grillos, en camas de hierbas malas…

Manuela a curar picores, con barro, aceite…harina.

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LOS MOLINEROS DE BEAS

¡Que lindos son los amores!, si en todas las partes brillan, cuando no hay hueco en molino, la noche de amor, destila, los placeres pasajeros, con hijos que al mundo estira. Somos grandes molineros; aunque se perdió el molino; aquí molemos talento, cada cual en su destino… A veces con nuestra esencia, en Guadalimar y olivo,

o frente a toro ensogado, a susto, carrera y esquivo.

¡San Marcos, viva la gente! Entre molineros un día, rebosa nuestra alegría… La pasión más valiente, amor hasta que reviente, rabieta y pesadilla,

donde la fiebre apolilla desazón y amargura, que a veces la fe cura, o un vino manzanilla.

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LOS MOLINEROS DE BEAS

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LOS MOLINEROS DE BEAS

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UN PARAÍSO IGUAL PARA TODOS

¿Dónde gloria?, si de infierno eres presa, desde vientre y luz en ojos tempranos, de llaga y sudor se curten tus manos, con vano aprecio o sonrisa al despertar. Sin migaja de pan tu boca pruebe; has de correr, callar y lanzar flecha, y de argucia y azar, quizás abrir brecha, en pieza a sostén, para otro día soñar. Tú que sufres en los feroces mares; tu aliento que de un hilo se sostiene; dime pues, si tanto trance conviene, por una vida cambiando su color, del verde opresor estado africano, a manta, asfalto y huir de lado a lado, si del nuevo mundo eres convidado, a la apatía de un cristiano sin pudor. Heidelberg y Baden…Grandes placeres… Bella la vida, descubre su gloria, en otra selva negra, gran historia. Vuelven vista silenciando tu ofrecer, como si negra moscarda pasara… Labio al vaso y manjar entre buen diente, de un paladar usual que apenas siente, delicias de mar y tierra que comer. Aquende tu infierno, aquende tu gloria, ese deambular antes escrito, sin morir y surcar cielo infinito, quien de brillante y traje blanco al posar,

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UN PARAÍSO IGUAL PARA TODOS

retiene a Karajan en su castillo, y cura dolencia en su balneario…

¡Dime tú, al cruzar el Neckar…! ¿Calvario?, si maltrecho en vestuario, te hace llorar.

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UN PARAÍSO IGUAL PARA TODOS

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UN PARAÍSO IGUAL PARA TODOS

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EL GRAN TRAGO

El general Tilly, conquistador de Rothenburg (Alemania) en la guerra fría, perdonaba la quema de la ciudad, a cambio de una apuesta, consistente en beber 3,5 libros de vino de un solo trago. Accediendo a este reto el alcalde de la ciudad y ganando tal dilema (ciudad salvada). Por este acontecimiento se celebran las fiestas del vino en la turística ciudad de las hadas, allá por el mes de mayo.

A gran trago, Rothenburg hizo historia, de osado alcalde que beber aguanta, perdona Tilly, ciudad en victoria, por tres litros de vino a la garganta; y a tal apuesta, hoy villa se divierte, tal vez a gallardía, bravura y suerte. ¡Load al gran titán salvando quema! Sufriendo embriaguez para evitar guerra, de aquel portento fiel a su dilema, que redime con cuerpo y alma su tierra, en vez del que busca sombra en patrulla, y ve la muerte, pero no la suya; y en tiempo de paz, él a su progreso… Palabra, duelo… el pobre a los altares… Allá gobierno y atril a su regreso, llevando corrupción a otros lugares… ¡Decidme si honradez! ¿Nace o se hace? ¿O acaso hiere, si el devenir complace?

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EL GRAN TRAGO

Quisiera ser alcalde en mi doctrina; siguiendo honesta senda en conciencia, y alejar de mi honra tanta mina, que colme de homenajes mi influencia; embriagándome de ilusión furtiva, y sea llave al valor que motiva.

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EL GRAN TRAGO

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EL GRAN TRAGO

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RÍOS DE EUROPA

Regando Baviera, Main al Rin emboca, y en Franfurt abandera, al banco de Europa. ¡Amarrad candados!, al "Puente de Hierro". Orillas son posados, de faena en destierro, bajo rascacielos, sobre verde hierba, rugiendo los vuelos, que al tímpano enerva. Escogeré otra orilla, del Pegnitz y sus patos, donde Nuremberg brilla, y los amores gratos, cuando sol despunta, sobre puentes de piedra; tú y yo en buena junta, mirando la hiedra, desde el de madera, cual roja se refleja, como si flor abriera, y nuestra pasión vieja. Arno abre una estela cuando a Florencia viaja. ¡Mirad que acuarela,

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RÍOS DE EUROPA

con puente Vecchio alhaja! Lleva agua hasta Lujuria, junto a hermosa Pisa,

y a Toscana furia, si lluvia tiene prisa,

anegando los prados, y el mármol lavando, para hacer los tocados, que al duomo van dando. Al Tíber, oro y plata; Cesar puliendo Roma, digna agua donde trata, cristiano que fe toma, de su agua la pureza; aunque de ira desborde, ahogando maleza, de la plebe no acorde, cuando se indulta vida, por el Cesar que duda, y muerte se le pida; en tanto ley más cruda, de un río que no pregunta, se los lleva en su cauce.

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